EN POCAS PALABRAS ASÍ SE DESTRUYÓ NUESTRA INDUSTRIA A PARTIR DE 1976 CON MARTINEZ DE HOZ COMO MINISTRO DE ECONOMÍA
¿Qué cambió en la Argentina con Martínez de Hoz? ¿Qué herencia dejó?
En 1983, el país que había dejado la dictadura militar era económicamente muy distinto al que encontraron las Fuerzas Armadas cuando, a través de un golpe de Estado, tomaron el control de la Nación el 24 de marzo de 1976. Los números hablan por sí solos: la deuda externa argentina aumentó de 7.875 millones de dólares en 1975a 45.087 millones en 1983.
Martínez de Hoz, para ponerle un nombre a ese proceso, se propuso eliminar los sindicatos. Y una de las fuentes de la tensión eran los trabajadores, sus demandas, su deseo de conservar la participación en la renta nacional, su organización en sindicatos con poder de negociación, su aglutinación en el peronismo. Pero no solamente los trabajadores. Se trataba de un modelo completo.
–El punto importante es que, antes de la tablita, que comenzó a aplicarse en 1978, la industria no concentrada o se había reducido o había quedado fuera de combate. Vuelvo al comentario inicial: ¿todo fue diseñado así? Y otra vez elijo analizar con los datos concretos: más allá de las intenciones, de hecho quedó conformada una estructura destinada a durar en el largo plazo. ¿Cuál fue el resarcimiento para esos sectores concentrados que no habían desaparecido? La licuación de pasivos que les concedió en 1982 Domingo Cavallo, presidente del Banco Central. Quiere decir que en largo plazo esos sectores seguían fortaleciéndose. No se entiende la década del ’90 sin Martínez de Hoz en los ’70. Cuando Cavallo decía que era el padre del modelo, Martínez de Hoz decía que entonces él era el abuelo. Y que lo que cumplía Carlos Menem era lo que él hubiera querido hacer de haber podido con todo. Pero son momentos distintos. El modelo industrial argentino estaba enfermo. No muerto. El gobierno militar lo mató. La industria es un tejido, no solo una fábrica. Es un entramado social que pasó a mejor vida. Y Martínez de Hoz pudo hacerlo porque se lo permitió un contexto internacional de abundancia de capitales. Hasta cambió el rol del Banco Central.
. Martínez de Hoz, en cambio, quería “sincerar la economía”, como lo decía él mismo con frecuencia. Una forma de sinceramiento, en su opinión, era liberalizar el sistema financiero. Si la tasa antes estaba reprimida, había que terminar con las medidas consideradas artificiales y dejar que el mercado actuase. Claro, en ese contexto el mercado actuó y la mayoría de los industriales perdieron acceso al crédito, mientras que los sectores concentrados se proveían de fondos en el exterior. La falta de crédito barato y la quiebra de empresas también fueron parte de un fenómeno disciplinador.
Por Martín Granovsky
Investigador del Conicet y profesor titular de Historia Económica en la Universidad de Buenos Aires.
Fuente: Página 12
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En 1976 el gobierno del terrorismo de Estado coincidió con el cierre de un ciclo único e irrepetible en el capitalismo, de 1945 a 1975, los llamados 30 años dorados. Lo sucedió otro ciclo, el de la valorización financiera, caracterizado por la emergencia de una plétora de capital-dinero que no encontraba donde invertir. El endeudamiento externo de los países fue así una fuente de colocación para esos excedentes financieros. No sólo los latinoamericanos, también los africanos y muchos asiáticos.
El endeudamiento fue una tendencia mundial, con formas propias en cada país. Aquí tuvo que ver con la reforma financiera de Martínez de Hoz y el alza de tasas; la famosa Resolución 6 de rebaja de aranceles y la oleada de importaciones; también la tablita cambiaria, un seguro de cambio gratis garantizado por el Estado. Además se obligó a las empresas estatales a endeudarse sin necesidad. Las divisas así ingresadas ayudaron a financiar la fuga de capitales (entre 1978 y 1981 más de 38.000 millones de dólares) y a balancear las cuentas externas. Por si fuera poco también se endeudaron las empresas privadas (14.000 millones), este endeudamiento no fue para inversiones productivas o financiar capital de trabajo, sino para colocaciones financieras. El círculo se cerró cuando Domingo Cavallo estatizó esas deudas privadas. Al momento en que la dictadura militar usurpó el gobierno la deuda no llegaba a los 8.000 millones de dólares, siete años después ascendía 45.000 millones.
Eduardo Lucita es integrante del colectivo EDI (Economistas de Izquierda).
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Lo que publico es para hacer un análisis como se destruyó al trabajador argentino. Las fábricas que cerraron dejaron en la calle a trabajadores que no podían jubilarse porque les faltaban años de aporte. Había trabajadores especializados y fueron necesarios muchos años para lograr ese aprendizaje, ese conocimiento se destruyó. Conozco particularmente la industria textil como ejemplo Sudamtex, además de otras industrias.
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